Eutanasia: Ni es el momento ni son las formas apropiadas.

Seis estados de Estados Unidos –el primero Oregón (1997)–, Bélgica, Holanda y Luxemburgo (2001/2002), Suiza, Canadá, Colombia… y dentro de tres meses España. Antes de las Navidades, el Congreso dio luz verde al
proyecto de ley de la eutanasia, lo que deja la norma a la espera del visto bueno del Senado. La regulación da un paso importante para garantizar lo que muchos consideran como un derecho a vivir y morir dignamente.

Me permito formularle a nuestros lectores una serie de preguntas que le he hecho a más de 8.000 pacientes al final de la vida en estos últimos 20 años. Y se la quiero hacer a ustedes, porque la decisión que según nuestros legisladores se ha tenido en cuenta es «la sociedad», y no la de los protagonistas principales, nuestros enfermos incurables (la de estos ya las conozco y rigen mi actividad diaria desde 1999). Si usted, por desgracia, tuviera una enfermedad irreversible, que le provocara sufrimiento intolerable, ¿estaría dispuesto a que un profesional médico acabara con su vida? Entiendo que la mayoría de los lectores estuvieran de acuerdo, como así contestan casi siempre nuestros enfermos.

Esta es la base de la encuesta que se realizó hace años, y que ha justificado la «aclamación» de la sociedad española por la despenalización de la eutanasia y el suicidio médicamente asistido que entrará en vigor antes de que estemos vacunados de la covid. Si fuéramos capaces de aliviar el sufrimiento, ¿preferiría que un médico terminara con su vida? Pero a continuación me permito plantearles la siguiente cuestión. Si le garantizáramos que en un 99% de los casos fuéramos capaces de aliviar el sufrimiento por el que hoy no le merece la pena vivir con un buen sistema de salud –con una red de atención primaria con recursos humanos y materiales suficientes, con una atención hospitalaria de calidad y con servicios específicos de cuidados paliativos–, ¿preferiría que un médico terminara con su vida o que el Estado invirtiera en esos recursos? Ninguno de nuestros 80.000 enfermos entienden que la Administración no apueste por el derecho de recibir atención sanitaria de calidad, antes que dotar presupuestariamente leyes que permitan acabar con sus vidas.
Y ahora quiero compartir con el lector mi miedo desde la experiencia y el conocimiento, pero fundamentalmente desde el privilegio de poder compartir la atención al final de la vida con el que sufre y su familia.

La ley que entrará en vigor, es prácticamente una copia de la que se presume más garantista, la de Bélgica, y los requisitos claves son los que siguen:

1) El paciente presenta un sufrimiento insoportable, y ha de ser valorado por equipos de cuidados paliativos específicos, así como por una unidad de salud mental, pues casi siempre se precisa un apoyo emocional importante. Pero si más del 50% de los pacientes en la actualidad con enfermedad terminal en España no tienen acceso a cuidados paliativos de alta complejidad, ¿no piensa usted que primero se debería legislar una ley nacional de cuidados paliativos que garantice esta atención ante el sufrimiento extremo? Y la evidencia científica demuestra que solo un 25% de los pacientes belgas que solicitan adelantar la muerte han tenido acceso a unidades de salud mental…

2) El paciente debe estar correctamente informado de su padecimiento, las alternativas que existen y debe ser capaz (competente) de tomar decisiones, expresando voluntariamente su decisión. Entonces cómo se explica que gran número de enfermos con demencia (sin capacidad de decidir), pacientes con discapacidad o niños menores de 16 años ya están incluyéndose como subsidiarios de acogerse a estas leyes.

3) El enfermo ha de presentar un padecimiento irreversible. Lamentablemente en Holanda y Bélgica estos dos últimos años se han ampliado los motivos de solicitud y su realización en ciertos grupos: ancianos en soledad, sufrimiento psíquico (no irreversible), y cada vez se ve mayor solicitud por estamentos marginales…

Para finalizar me preocupa mucho el papel del médico ante el nuevo escenario que se nos avecina, aunque esté claramente recogida la
posibilidad de objeción de conciencia. Resulta que la Asociación Mundial de Médicos manifiesta recientemente su oposición a todo tipo de leyes sin previo acceso universal a cuidados paliativos de calidad. Hasta lo que yo sé, la Organización Médica Colegial no ha sido consultada para consensuar esta próxima ley y la mayoría de los médicos que componen la Sociedad Española de Cuidados Paliativos no entiende la puesta en marcha sin previamente existir esa ley nacional de cuidados paliativos que llevamos años reclamando.

En Suiza, en aquellos hospitales donde existen unidades de cuidados paliativos (en Extremadura no existe ninguna) y el acceso a la eutanasia, el mensaje que se le da a la población con patología terminal es equívoco y ha provocado también mucho sufrimiento. Aun así respeto, sobremanera, a aquellos profesionales de la Asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD), y es que tiene por objetivo que el enfermo y su familia no sufran. Pero con los argumentos que he intentando esgrimir espero que entiendan nuestros lectores mi postura: no es el momento, ni son las formas.

PUBLICACIÓN ORIGINAL DE D. MIGUEL ÁNGEL CUERVO PINNA MÉDICO DE CUIDADOS PALIATIVOS DE BADAJOZ Y AUTOR DE LA TESIS DOCTORAL: ‘ACTITUDES Y OPINIONES DE LOS MÉDICOS ESPAÑOLES ANTE LA EUTANASIA Y EL SUICIDIO MÉDICAMENTE ASISTIDO

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