EL APOYO AL MANIFIESTO NO IMPLICA APOYO ALGUNO AL RESTO DE DECLARACIONES / PUBLICACIONES DE LA WEB, ÚNICAMENTE A LOS 5 PUNTOS INCLUIDOS EN EL MISMO.
- Toda vida humana es vida personal, y, por ello, posee una dignidad y un valor intrínsecos, que la hacen indisponible, en toda situación y condición.
- La autonomía personal, limitada en situaciones de enfermedad o grave dependencia no implica el derecho al suicidio o el derecho a solicitar el acto eutanásico, que es un homicidio, conductas todas ellas contrarias a la ética, a la deontología sanitaria y al ordenamiento jurídico, que nunca deberán ser autorizadas legalmente.
- Existe el derecho a la vida, pero no el derecho a la muerte. El Derecho debe promover una humanización del proceso de muerte, rechazando igualmente cualquier forma de obstinación terapéutica y de eutanasia, ofreciendo universalmente los cuidados paliativos como
atención integral, física, psicológica y espiritual de la persona, en el
final de la vida. - Dejar morir, cuando ya no se puede curar, no es lo mismo que matar a un ser humano sufriente, aunque sea con la intención de erradicar su dolor y sufrimiento. Lo primero es un acto lícito, ético. Lo segundo, el acto eutanásico es gravemente inmoral y nunca debería ser autorizado legalmente. Por ello, como ciudadanos de pleno derecho, solicitamos que la Proposición de Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia sea rechazada por el parlamento Español.
- Debe respetarse la vida, como un derecho natural, fundamental, y debe respetarse la muerte, como un proceso de la vida que toda persona tiene el derecho a recibir conscientemente, limitando el dolor
y el sufrimiento. Por ello, como ciudadanos de pleno derecho, exigimos a las autoridades que cumplan con sus obligaciones morales y cívicas y promuevan las normas que sean necesarias para el máximo desarrollo de los cuidados paliativos de la mano de profesionales cualificados, invirtiendo los recursos económicos que sean necesarios para ello.
Firma el manifiesto
Agradecemos la desinteresada colaboración de D. José Carlos Abellán Salort, Profesor de Bioética y Derecho, UNIVERSIDAD REY JUAN CARLOS